El mercado inmobiliario se cierra a los extranjeros: el extraño caso de Nueva Zelanda

Uno de los estados insulares más particulares del mundo, Nueva Zelanda, literalmente "tierra de mar" está formado por dos islas principales y muchas otras menores.
Separada de Australia por el mar de Tasmania, en los últimos años ha sido una impresionante ola turística, dominada principalmente por jóvenes ansiosos por aprender un nuevo idioma y por aquellos que, cansados de la vida habitual, decidieron cambiar y por qué. No, incluso un soplo de aire fresco!
 Aunque la capital es Wellington, la ciudad más poblada es Aukland con más de 1,4 millones de habitantes.
Esta última se convirtió en una "súper ciudad" a partir del 1 de noviembre de 2010, y ocupó el cuarto lugar como la mejor calidad de vida y el 13 ° lugar como la ciudad más verde del mundo, sin olvidar el 10 ° lugar como metrópolis. Habitable en todo el planeta.
 En general, toda la nación está tomando una nueva cara.
 Se han realizado numerosas intervenciones de planificación urbana, sin dejar de lado los famosos puertos que permiten la construcción de una mayor red de intercambios económicos pero también culturales.
 ¡Y eso no es todo!
 Para comprender cuánto esta tierra es tan única, piense que muchas celebridades y empresarios exitosos han elegido Nueva Zelanda para invertir en bienes raíces. Pero en todo esto hay un problema que no es realmente agradable para los posibles inversores.
 El gobierno de Nueva Zelanda aprobó el año pasado una ley que probablemente entrará en vigencia en el otoño de 2019 para evitar que los extranjeros compren una propiedad en este paraíso moderno. A excepción de los residentes, los habitantes de Singapur y los australianos vecinos, con quienes hay relaciones de mercado libre muy sólidas, el mercado inmobiliario de Nueva Zelanda corre el riesgo de convertirse en una prerrogativa de unos pocos.
Pero ¿por qué esta maniobra y, sobre todo, qué ventajas se pueden sacar de todo esto?
 Cabe señalar que en los últimos diez años, Nueva Zelanda ha visto un aumento en los precios de la vivienda en un 60% y, paralelamente, el colapso de la demanda de los inversionistas locales, superado por los extranjeros.
De ahí la necesidad de proteger a los residentes a expensas de la economía internacional. Para los posibles compradores extranjeros, esta ley dejará espacio para la acción en apartamentos en grandes condominios, pero impondrá una prohibición total a las viviendas existentes.
Según el gobierno de Nueva Zelanda, fue precisamente esta creciente demanda de los inversores extranjeros para aumentar el precio de los bienes raíces, haciéndolos casi inaccesibles para los residentes.
En la actualidad, solo uno de cada cuatro neozelandeses posee una casa propia y en los últimos años los residentes que han tenido que adaptarse con garajes o incluso automóviles y los que, en extremo se ha convertido en una persona sin hogar, han aumentado.
Obviamente, esta maniobra ciertamente no ha pasado desapercibida, tanto que la opinión pública extranjera ha acusado a Nueva Zelanda de ser xenófoba y, como si esto no fuera suficiente, el Fondo Monetario Internacional ha solicitado al gobierno que modifique la reforma que, según las previsiones Las condiciones económicas, podrían frenar en gran medida el crecimiento general del país.
Solo tenemos que esperar más noticias de esta historia que parece ser todo menos positiva para el mercado inmobiliario mundial.

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